lunes, 20 de junio de 2011

Jardinero de Diablos, papá con mucha onda

Vania Ravelo | El Universal
Ese amor incondicional del que muchos hablan, no se entiende hasta que se es padre. Esto lo sabe bien Iván Terrazas, jardinero de Diablos Rojos, y papá dos niños; Daniela, de nueve años, e Iván, de dos. Las dos máximas motivaciones del Terrible Terrazas, de 27 años, quien combina su carrera como pelotero profesional con el desafío de usar su juventud como factor aliado para educar a sus hijos en un entorno amoroso, en el que no se resientan las ausencias por las giras que demanda la temporada de la Liga Mexicana de Beisbol.

“Ha sido un reto tratar de estar el mayor tiempo posible con los niños, pero hasta el momento nos ha ido muy bien. Hemos visto la manera de que mis hijos puedan viajar conmigo, conocer lugares de la República Mexicana, y eso nos ha favorecido mucho como familia”, comenta Iván, al tiempo que comparte qué es lo que más disfruta en su faceta como padre de familia.

“He tenido la fortuna de ser un papá muy joven, muy en la onda. Tanto mi esposa como yo nos divertimos muchísimo con mis niños. Creo que mis hijos se la pasan muy bien con nosotros, porque buscamos la manera de que estén en actividades, tanto culturales como de deportes, nos preocupamos por que tengan sus espacios de diversión”, agrega el pelotero.

En la medida en la que la campaña con Diablos lo permite, el outfielder se involucra en las actividades cotidianas de Daniela e Iván. La primogénita —con más edad y mayor conciencia para entender la profesión de su popular papá— es quien más se enorgullece en el colegio entre sus pequeñas compañeras y maestras.

“Es mi fan número uno. Mi niña siempre está pendiente de los juegos en televisión y cuando puede venir al estadio, le encanta ver el beisbol. Noto que mi hija me presume bastante en la escuela, con sus amigas y le gusta invitar al estadio a las amigas y a sus mamás”, platica Terrazas.

Hoy día, Terrazas disfruta a sus hijos de tiempo completo; sin embargo, también le ha tocado vivir momentos de distanciamientos prolongados, en los que el sacrificio profesional le ha pasado facturas de alto importe.

“Lo más difícil fue cuando llegó Daniela. Estaba recién nacida, en diciembre, y en enero yo me tuve que ir a República Dominicana con los Bravos de Atlanta. Estuve cinco meses con ellos y pasarlos fuera de mi casa con mi hija recién nacida fue un golpe bastante duro para mí estar lejos y no verla crecer, no ver sus primeras cosas, fue muy difícil”, recuerda el pelotero.

A casi una década de cariñoso esfuerzo por hacer el más destacado papel como papá, Iván Terrazas admite que él también ha aprendido valiosas lecciones de sus dos hijos.

“Ese amor incondicional que se tiene por la familia, que ellos tienen hacia nosotros. La inocencia que ellos demuestran, como todos los niños, esa manera de pensar tan inocente, tan buena, me ha ayudado a tomar ejemplo de ella, a no pensar con maldad ni tener malos pensamientos como odio, rencor y esas cosas. Es algo muy bonito que me ha enseñado mi hija”, insiste el pelotero.

Terrazas tiene clara la responsabilidad, el compromiso. Daniela e Iván son sus motores, su mayor inspiración. Por ellos, el jardinero escarlata lo brinda todo en el terreno de juego.

“Definitivamente, ellos están creciendo, y aunque ahora todavía no tienen mucha idea de lo que es su papá, yo quisiera que cuando estén grandes volteen a ver lo que he hecho y se sientan orgullosos de decir quién era su papá. Eso es lo que me motiva a estar todos los días trabajando y tratando de hacer lo mejor que se pueda, tanto por el equipo como por nosotros como familia”, subraya Iván, quien hoy festeja el Día del Padre fuera de casa, en Monterrey, con serie frente a Sultanes.