Vania Ravelo | El Universal
Ese amor incondicional del que muchos hablan, no se entiende hasta que
se es padre. Esto lo sabe bien Iván Terrazas, jardinero de Diablos
Rojos, y papá dos niños; Daniela, de nueve años, e Iván, de dos. Las dos
máximas motivaciones del Terrible Terrazas, de 27 años, quien combina
su carrera como pelotero profesional con el desafío de usar su juventud
como factor aliado para educar a sus hijos en un entorno amoroso, en el
que no se resientan las ausencias por las giras que demanda la temporada
de la Liga Mexicana de Beisbol.
“Ha sido un reto tratar de estar el mayor tiempo posible con los niños,
pero hasta el momento nos ha ido muy bien. Hemos visto la manera de que
mis hijos puedan viajar conmigo, conocer lugares de la República
Mexicana, y eso nos ha favorecido mucho como familia”, comenta Iván, al
tiempo que comparte qué es lo que más disfruta en su faceta como padre
de familia.
“He tenido la fortuna de ser un papá muy joven, muy en la onda. Tanto mi
esposa como yo nos divertimos muchísimo con mis niños. Creo que mis
hijos se la pasan muy bien con nosotros, porque buscamos la manera de
que estén en actividades, tanto culturales como de deportes, nos
preocupamos por que tengan sus espacios de diversión”, agrega el
pelotero.
En la medida en la que la campaña con Diablos lo permite, el outfielder
se involucra en las actividades cotidianas de Daniela e Iván. La
primogénita —con más edad y mayor conciencia para entender la profesión
de su popular papá— es quien más se enorgullece en el colegio entre sus
pequeñas compañeras y maestras.
“Es mi fan número uno. Mi niña siempre está pendiente de los juegos en
televisión y cuando puede venir al estadio, le encanta ver el beisbol.
Noto que mi hija me presume bastante en la escuela, con sus amigas y le
gusta invitar al estadio a las amigas y a sus mamás”, platica Terrazas.
Hoy día, Terrazas disfruta a sus hijos de tiempo completo; sin embargo,
también le ha tocado vivir momentos de distanciamientos prolongados, en
los que el sacrificio profesional le ha pasado facturas de alto importe.
“Lo más difícil fue cuando llegó Daniela. Estaba recién nacida, en
diciembre, y en enero yo me tuve que ir a República Dominicana con los
Bravos de Atlanta. Estuve cinco meses con ellos y pasarlos fuera de mi
casa con mi hija recién nacida fue un golpe bastante duro para mí estar
lejos y no verla crecer, no ver sus primeras cosas, fue muy difícil”,
recuerda el pelotero.
A casi una década de cariñoso esfuerzo por hacer el más destacado papel
como papá, Iván Terrazas admite que él también ha aprendido valiosas
lecciones de sus dos hijos.
“Ese amor incondicional que se tiene por la familia, que ellos tienen
hacia nosotros. La inocencia que ellos demuestran, como todos los niños,
esa manera de pensar tan inocente, tan buena, me ha ayudado a tomar
ejemplo de ella, a no pensar con maldad ni tener malos pensamientos como
odio, rencor y esas cosas. Es algo muy bonito que me ha enseñado mi
hija”, insiste el pelotero.
Terrazas tiene clara la responsabilidad, el compromiso. Daniela e Iván
son sus motores, su mayor inspiración. Por ellos, el jardinero escarlata
lo brinda todo en el terreno de juego.
“Definitivamente, ellos están creciendo, y aunque ahora todavía no
tienen mucha idea de lo que es su papá, yo quisiera que cuando estén
grandes volteen a ver lo que he hecho y se sientan orgullosos de decir
quién era su papá. Eso es lo que me motiva a estar todos los días
trabajando y tratando de hacer lo mejor que se pueda, tanto por el
equipo como por nosotros como familia”, subraya Iván, quien hoy festeja
el Día del Padre fuera de casa, en Monterrey, con serie frente a
Sultanes.