martes, 8 de mayo de 2012

La Opinión de Yesenia: Entrevista a Maximino León, Leyenda del Beisbol Mexicano

La Opinión de Yesenia: Entrevista a Maximino León, Leyenda del Beisbol Mexicano By GERARDO OSORNIO | October 18, 2011
LA ENTREVISTA…MAXIMINO LEÓN MOLINA (Por: Yesenia Torrecillas)
Un 4 de febrero de 1950, la localidad de Poza Honda, Veracruz, vio nacer a uno de los mejores lanzadores que ha dado el beisbol mexicano: Maximino León Molina, a quien el béisbol le ha dado todos los records que pueda imaginarse y lo más importante…una familia.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de tener una amena plática con Don Maximino León; vía telefónica desde su casa en la Ciudad de México, donde recientemente se encontraba, pues se desempeñaba como coach de pitcheo de los Diablos Rojos del México. Fue una charla muy agradable y de mucho aprendizaje que nos permitió conocer el lado humano de este legendario pitcher.
Maximino León es uno de los mejores lanzadores que haya jugado en las filas de los Naranjeros de Hermosillo y también uno de los serpentineros de mayor trayectoria en la organización. “Max” fue pitcher activo durante 21 años. Su debut en la Liga Mexicana del Pacífico fue en la temporada 1969-1970 con los Tomateros de Culiacán, con quienes obtuvo el título de Novato del Año. Debido a su excelente actuación, inmediatamente al año siguiente se enfiló con la Escuadra Naranja (equipo que tenía sus derechos, pues estaba en calidad de préstamo con Tomateros), donde lanzó hasta su retiro en 1988, luego de 18 campañas de portar ininterrumpidamente la franela de Hermosillo.
Maximino dejó el mejor registro en porcentaje de ganados y perdidos de todos los tiempos del beisbol profesional de invierno, .620 -con un mínimo de 100 decisiones- para encabezar (124-76) la lista de los más grandes serpentineros de la Mexicana del Pacífico. Su registro en juegos ganados de por vida (124), permanece en el quinto sitio. Su promedio de efectividad dejó su nombre grabado en bronce con 2.44 de pcla. -porcentaje de carreras limpias admitidas.
Pero, antes de llegar al béisbol profesional, Don Maximino nos cuenta cómo surgió su gusto por el rey de los deportes. “Desde niño, pues mi padre era un apasionado del béisbol igual que le pasó a mi hijo Maxwell conmigo. Aunque mi padre no lo practicaba, le gustaba mucho y patrocinaba equipos en el pueblo donde yo jugaba (Poza Honda) y nos daba los utensilios para jugar béisbol”. Dijo.
Al transcurrir el tiempo, Maximino jugó con algunos equipos de localidades de Veracruz, hasta sus 14 años donde empezó a jugar con equipos de primera fuerza en la Liga  del Bajo Papaloapan en el pueblo de Acula y algo muy curioso en su trayectoria es que él se desempeñaba como jugador de cuadro (principalmente como parador en corto o tercera base), y nos plática (entre risas) que en un encuentro que sostenía su equipo iban perdiendo por paliza y que ya se habían acabado a todos los pitchers de la rotación, entonces lo metieron a lanzar y lo hizo muy bien.
Más adelante, a punto de cumplir 17 años se entera de una convocatoria para ingresar al equipo de Charros de Jalisco, donde realiza pruebas de lanzamiento, fildeo y bateo bajo las órdenes de Manolo Fortés y Felipe “burro” Hernández, buscadores del equipo de Charros en Cosamaloapan. “Max” no muy convencido de su labor, reitera que es infield, y los buscadores le dicen que así estuvo bien, que no se preocupe.
Luego recibe la noticia de que este equipo lo había firmado, pero… ¡Como lanzador!, para Maximino fue una sorpresa, pues no era una posición que tuviera muy trabajada, sin embargo sus ganas de dedicarse a ser beisbolista profesional lo empujaron a seguir adelante  y con el apoyo de su padre, se une a la escuadra jalisciense (que era la mejor en la Liga Mexicana de Béisbol en ese momento) un 10 de febrero de 1967 en Tehuacan, Puebla donde eran los entrenamientos. “Y ahí inicié la aventura, ahí inició mi profesionalismo”. Añadió.
En sus inicios en la Liga Veraniega batalló un poco, pero con mucha constancia y esfuerzo se fue ganando un lugar en la organización de Jalisco. Donde fue dirigido por el mejor manager de México; Benjamín “Cananea” Reyes.  En la temporada del 71’ los Charros se proclamaron campeones y Maximino tuvo buena marca de 14 victorias a cambio de 8 derrotas.
Fue un estupendo año para Maximino, pues en invierno también fue campeón con Naranjeros y viajó a Puerto Rico a la Serie del Caribe, la primera que un equipo mexicano tenía oportunidad de disputar. “Max” trabajó muy bien en la isla del encanto, pero México no pudo obtener el cetro caribeño.  Maximino vivía su mejor momento, pues ya había pertenecido a los mejores clubes de nuestro país como: Charros, Naranjeros, Tomateros… equipo al que le siente demasiado cariño, pues fue la escuadra que le brindó apoyo en su debut en el pacífico y Vinicio García (manager del equipo guinda en ese tiempo) lo había tratado de maravilla.
“Tomateros es algo muy significativo, muy bonito para mí, hice mi debut ahí y ahora ver jugar a mi hijo Maxwell con Culiacán, me siento muy contento que esté en una buena organización, porque es una de las mejores del béisbol de invierno, me hubiera gustado permanecer ahí, pero las cosas en el deporte no siempre se dan como uno quiere, de hecho me siento satisfecho con la carrera que está haciendo Maxwell en Culiacán y como lo tratan, eso se le reconoce al público y además, es algo que se gana”. Comentó.
Sin embargo, algo magnífico vendría para Maximino en 1972. El mejor béisbol del mundo le abría las puertas y para ser precisos lo hacía el equipo de Grandes Ligas; Bravos de Atlanta. Quienes después de un año de preparación en triple A, le confiaron su rumbo un 18 de julio de 1973.
¿Tiene alguna anécdota importante que vivió en Grandes Ligas? “Lo mejor que me pudo haber pasado el primer día que llegué al béisbol de Grandes Ligas fue mi debut en contra de los Mets, en ese equipo estaba Willie Mays y por Atlanta estaba Hank Aaron y ese mismo día me tocó pitcharle a Willie Mays y para mí fue algo inolvidable, pues cuando era niño escuchaba los juegos por radio y ellos ya eran estrellas de Grandes Ligas, ni en sueño pensé que un día se me iba a cumplir tener a Hank Aaron, es de  las mejores cosas que me han pasado en el béisbol”.
Luego de haber convivido con varios peloteros en Naranjeros… ¿Con cuáles tuvo una buena amistad? “Con varios de ellos y hasta la fecha. Con Héctor Espino, Celerino Sánchez, Alfredo Ortíz, Ángel Macías,  y mi compadre que fue mi cátcher de toda la vida ahí Sergio “Kalimán” Robles, con Sergio estamos juntos con Diablos, pero el jugador más importante de México; Héctor Espino, es una satisfacción de haber jugado 14 años con él y son recuerdos que ahí se quedan, me tocó la suerte de estar con Hank en verano y con Espino en invierno, 2 grandes jonroneros”.
¿Cuándo es que decide su retiro? ¿Fue una decisión difícil? “Realmente es difícil, después de que juegas 21 años profesional, ya cuando tienes que darte cuenta que las lesiones son las que te van orillando a pensar en el retiro, es una decisión difícil, no puedes evitar que las lágrimas te traicionen, pero son cosas que  tienen que llegar y para mí llegó en 1988, tuve una lesión del nervio siático, un día pitchaba y al otro día era muy molesto y la mejor decisión  que pude tomar fue retirarme, y surge otra etapa como coach de pitcheo.
Después de haber liderado los departamentos de pitcheo, de conseguir records, ser campeón, jugar en EU y ser entronizado en el Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México…¿Qué es lo que le falta por cumplir a Maximino León? “El béisbol me ha dado todo (entre risas), hasta una familia hermosa, muy linda. A mi esposa Dylhia la conocí en el estadio. Tengo a mi hija Maxiel, mis hijos Mayco, Max y Maxwell. Una familia que forma parte de Maximino León, no solo el deporte.
¿Qué es lo que les recomienda a los niños y jóvenes que empiezan en este deporte? “Que sean disciplinados, se entreguen el 100%, pues los resultados serán positivos, de éxito y no desaprovechen el tiempo, tengan pasión, coraje”. ¿Tiene planes para invierno? “La verdad no, pero de todas formas iré a visitar a Maxwell, a su mamá y a mí nos encanta verlo jugar”. Él es Maximino León Molina, un hombre entregado a lo que hace, una leyenda del béisbol. Y esperemos la dinastía León siga dando momentos memorables a este deporte.