México D.F., (diablos.com.mx) 21 de febrero. EL formidable partido del 28 de junio de 1946 estaba al borde del desenlace con los Azules del Veracruz ganando 3-2 en la parte alta de la novena entrada pero con los Rojos del México teniendo en la segunda base la carrera del posible empate.
El veloz catcher cubano Carlos Colás estaba en la segunda base con un out y el tremendo zurdo Max Lanier acabando de entrar al rescate del abridor Harry
El veloz catcher cubano Carlos Colás estaba en la segunda base con un out y el tremendo zurdo Max Lanier acabando de entrar al rescate del abridor Harry
Feldman que había hecho muy buen trabajo.
Sorpresivamente el manager Ernesto Carmona envió como emergente al coach “Brujo” Rosell, con 42 años y ya retirado del Beisbol.
Rosell tomó su lugar en el home y cientos y cientos de veces iba a relatar esos instantes inolvidables que llegó a vivir cuando ya, aparentemente, había colgado los spikes.
El primer lanzamiento de Lanier fue alto y pegado, teniendo Rosell que moverse para evitar el pitcheo. Seguramente Lanier quiso asustarlo antes de comenzar a trabajarlo. Lo único que sabía porque su manager Mickey Owen, el catcher, se lo había manifestado, es que se trataba de un jugador muy veterano.
A continuación Lanier demostró su gran velocidad para los dos primeros strikes. El “Brujo” nos platicó que se sentía indefenso que si le tiraba otra recta lo iba a ponchar. Sin embargo, en ocasiones, a un gran pitcher como Max Lanier puede pensar más de la cuenta.
Por alguna razón el catcher Owen le pidió que siguiera con una curva y vaya si Lanier tenía una gran curva. Sin embargo en cuestión de velocidad de rayo, Rosell recordó algo que le enseñó muchos años antes el que fue su manager, Miguel Ángel González. “Hay pitchers que te muestran que van a tirar la curva al poderles ver los nudillos sobre los dedos del guante.”
Y eso es lo que vio Rosell cuando Lanier se preparó para buscar el tercer strike, los nudillos del lanzador que alcanzaban a asomarse sobre la manopla, tal y como le había enseñado Miguel Angel González, era seguro que le iba a tirar una curva.
Y una curva, por más buena que sea, es mejor para un bateador ya de 42 años que obviamente no tiene la velocidad de antes en las muñecas. Fue entonces que el “Brujo” pensó que al saber el pitcheo que venía, al adivinarlo, iba a estar preparado para él y tener chance de conectar.
Miguel Ángel González fue por muchos años considerado en Cuba como el hombre que más sabía de Beisbol en la isla. Nunca lo vimos manejar en la Liga Mexicana porque era un hombre que hizo tanto dinero que compró al equipo Rojos del Habana al cual manejaba.
Miguel Ángel fue por muchos años catcher de Grandes Ligas, estando sobre todo con los Cardenales de San Luis con los cuales se quedó de coach de tercera base por varias temporadas. Estaba de coach de tercero en la Serie Mundial de 1946 cuando la carrera sensacional del jardinero Enos Slaughter que se vino de primera a home en un hit de Harry Walker por el jardín central para anotar la carrera que le daría el triunfo a los Pájaros Rojos sobre los favoritos Medias Rojas de Boston.
Slaughter había salido de primera base con el batazo y el jardinero Culberson de Boston no actuó con rapidez. Había entrado a jugar Culberson en lugar de Dominic DiMaggio que empató el juego a tres con un doblete de dos carreras pero se lastimó en una barrida.
Slaughter se fue hasta tercera base y decidió continuar hacia el plato para buscar un tiro malo. El factor sorpresa que es tan importante en el Beisbol. El shortstop Johnny Pesky que recibió el tiro nunca pensó que Slaughter iba a seguir al home por lo que bajó los brazos al llegarle la pelota. Cuando se dio cuenta que Slaughter había seguido hacia el plato ya era demasiado tarde ya que su tiro fue corto y tardío. Slaughter llegó barrido con la carrera que decidió aquella Serie Mundial.
Como Mike González estaba de coach en la tercera base toda la prensa deportiva cubana habló maravillas de él por haber mandado al corredor al plato. Se escribió que Slaughter nunca vio si el coach lo estaba aguantando o lo estaba mandando. Fue una genialidad y por lo menos en Cuba, Miguel Angel González compartió la heroicidad de Slaughter.
Miguel Ángel González como manager del Habana y Adolfo Luque con Azules del Almendares, también llamados Alacranes, fueron considerados los mejores managers de la pelota cubana por décadas y décadas.
González fue catcher suplente la mayor parte de su tiempo en Ligas Mayores pero bien dice que con los ojos bien abiertos se puede aprender mucho. Jugó 17 años en las Ligas Mayores con un promedio global de .253 con13 jonrones y 263 empujadas, Estuvo ocho años con Cardenales, cinco con Cachorros, y también estuvo con Bravos de Boston y Gigantes de Nueva York.
En algunas de las biografías de Babe Ruth cuentan que Miguel Angel González era muy amigo del gran jonronero y como tanto Yanquis y Cardenales entrenaron por muchos años en St. Petersburg, Florida, por las noches les encantaba jugar a las cartas a varios jugadores. Dicen los libros que González era estupendo para jugar al poker y le ganó la gran mayoría de las veces al gran Ruth que ganaba mucho dinero.
Continuará.